Es la experiencia y ejercicio de poner a nuestras compañeras al centro, brindando apoyos temporales para que puedan participar o trabajar de la forma en la que necesitan o quisieran. Para lograrlo, se requiere de escuchar atentamente a las necesidades de estas compañeras o incluso observar con atención, para conocer realmente lo que sí pueden hacer y lo que no pueden hacer.
Cuando acompañamos, estamos abiertas a hacer lo que se necesite para cumplir el rol de apoyo. Ubicamos el lugar que ocupamos con responsabilidad porque creemos que el acompañamiento va más allá de prestar un servicio, sino construimos relaciones humanas y dignas entre nosotras, donde priorizamos la comodidad, la transparencia, la sensibilidad y la autonomía.
La idea es crear un balance entre brindar el apoyo y que la compañera aprenda a hacer una tarea específica. Para eso se necesita de un diálogo compartido y respetuoso entre las dos personas, para poder expresar las necesidades y dejar de intervenir cuando el apoyo ya no es necesario o solicitado.
El uso del idioma materno, incluida la Lengua de Señas, es muy importante para asegurar que estamos comprendiendo lo que nuestras compañeras realmente necesitan.